En el día Internacional de las PyMEs, la Federación Argentina de la Industria Maderera llama a los candidatos a conformar el próximo gobierno, a pensar en estrategias que acompañen al desarrollo de las pequeñas y medianas empresas de la forestoindustria, teniendo como eje central la construcción de viviendas de madera.
“Los gobiernos provinciales y nacionales deben tener como eje central la construcción con madera. Esto solucionaría dos problemas de nuestro país: por un lado, el déficit habitacional, y por otro, generaría una tracción importante para el sector en toda su cadena de valor”, precisó Román Queiroz, presidente de FAIMA.
En 2017, se llegó a un acuerdo que estableció que el 10% de la construcción de viviendas sociales se realizarían en madera, sin embargo, eso no se está cumpliendo. “Mientras que no sea un eje central promocionar la construcción con madera y fomentar el mayor uso de materiales de madera en los planes habitacionales, no se logrará que la industria forestal en el país mantenga un ritmo sostenido de producción”, indicó Queiroz.
“Una casa construida con madera, que luego debe ser habitada y complementada con muebles, activa la mano de obra de toda la cadena forestoindustrial, y sería una solución frente a un mercado interno deprimido y los bajos niveles de exportación actuales”, señaló.
FAIMA representa a 28 cámaras empresarias distribuidas por todo el país, que nuclean en su interior alrededor de 1.500 empresas, la mayoría PyMEs, las cuales poseen un verdadero efecto derrame en los pueblos donde se encuentran instaladas. En términos económicos, el sector genera aproximadamente 60.000 empleos en forma directa, sin contar la amplia cadena de industrias y servicios que dependen de él.
Mercados recesivos
La situación de la industria maderera no es ajena al contexto país. Con un tipo de cambio inestable, precios internacionales bajos, disminución del consumo externo y recesión en el mercado interno, la forestoindustria atraviesa momentos complejos.
A partir de la pandemia, el sector tuvo un crecimiento, los precios internacionales de los productos nacionales tuvieron un incremento en dólares, por tal motivo, las empresas incorporaron tecnología y mano de obra para hacer frente a la demanda. Luego, el mercado externo sufrió una fuerte caída y bajó la demanda de los productos nacionales, aumentaron los fletes marítimos y los precios dejaron de ser competitivos. La industria se volcó al mercado interno, al punto de que hoy hay más oferta que demanda.
Mercedes Omeñuka, secretaria de FAIMA y presidenta de la Asociación Maderera de Corrientes, explica: “En lo que respecta al mercado interno, estamos viendo una fuerte caída en las ventas, en algunos casos hasta el 50%, y se nos hace muy difícil trasladar los costos a los precios, teniendo en cuenta el incremento de la energía. Así mismo, no hay efectivo y los plazos de venta se extendieron”.
“Es muy difícil sostener la actividad. No tenemos ninguna posibilidad de proyectar más allá del mes en curso. Tenemos industrias con sobrestock, sin rotación ni ventas. Necesitamos que el Gobierno tome medidas para incentivar el consumo interno, a través de viviendas y obras públicas”, concluyó la empresaria correntina.
En Argentina existen más de 500.000 pymes. FAIMA está formada en su inmensa mayoría por ellas. “Las pymes deben ser cuidadas y, por sobre todas las cosas, alentadas a crecer, ya que son formadoras de empleo que permanecen en el tiempo y donde muchas veces se percibe un entorno de amistad y familiar en su conducción”, indica Daniel Loutaif, Coordinador del Departamento de Bosques Nativos de FAIMA.
Y agrega: “Necesitamos políticas públicas que no pongan en un pie de igualdad a las pymes con las grandes empresas en aspectos como el financiero, impositivo y el costo laboral, por nombrar solo los más importantes. Solo así las pymes se transformarán en el verdadero motor de desarrollo en la Argentina”.
Una solución habitacional y ambiental
Nuestro país tiene un déficit habitacional histórico, que está alrededor de los 3 millones de viviendas. Las viviendas construidas año a año sirven para suplir el crecimiento de la población, pero no disminuye el déficit.
A pesar de que no existen datos certeros, si se toma la cantidad de viviendas construidas por las empresas de mayor producción, se puede inferir que se construyen anualmente alrededor de 3.000 viviendas de madera en todo el país, con una capacidad instalada para la producción de alrededor de 7.000 unidades por año.
En los últimos años, la madera ha resurgido como el material estrella en construcción sostenible en el mundo, ya que es más eficiente en el consumo energético y reemplaza productos no renovables y con alto nivel de emisión de gases de efecto invernadero como cemento, hierro, aluminio.
Con las casas de madera se retira el carbono del ambiente, mientras que la huella de carbono del proceso constructivo es cero o positiva. Por otro lado, para su disposición final, es renovable y reciclable. Estas características no solo ayudan a la mitigación del cambio climático en toda la cadena productiva, sino, además, a una bioeconomía circular, y con ello, a opciones más sostenibles e inclusivas, dada la alta creación de empleo que genera, aportando al crecimiento y desarrollo económico.
“La construcción de viviendas con madera puede ser una solución muy importante para el sector. Si se construyen dos mil viviendas de madera por mes, el problema de la sobreoferta estaría resuelto, se generarían más puestos de trabajo, las pymes podrían subsistir y se solucionaría el problema habitacional. Hace falta una decisión política”, apunta Queiroz.