Construcción con madera: una respuesta a la emergencia habitacional

En los últimos años creció la demanda de casas de madera, debido a la premisa de que son eficientes, ecológicas, de rápida ejecución, duraderas y económicas. Gracias a todas estas virtudes, cada día más ciudadanos las eligen al momento de construir su hogar.

Al comparar las viviendas de madera con las de construcción húmeda tradicional (ladrillos y cemento), las ventajas son múltiples, principalmente teniendo en cuenta los costos y el tiempo.

Nazareno Olivetti, Presidente de la Cámara de Forestadores (CAFEMA), asegura: “En la provincia de Río Negro, el costo de una construcción en madera está en un 40% menos que una construcción de ladrillos. Mientras que una casa de 60 m2 podemos llegar a trabajarla en fábrica durante una semana y en 10 días queda instalada. Solo resta revestimiento de piso y paredes, artefactos y decoración”.

Esto se debe a que parte de la construcción de las viviendas se realiza en la fábrica y luego los elementos se ensamblan en la obra. En este sentido, el tiempo de construcción real de la vivienda de madera es muy inferior al de una casa tradicional.

En Argentina, las construcciones de madera están reglamentadas bajo la norma CIRSOC 601, desarrollada por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, lo que establece ciertos parámetros en su diseño y estructuras. “Trabajando bajo estas normas no hay diferencia en calidad y prestaciones respecto a otros tipos de construcciones. Los materiales que utilizamos son muy buenos, tanto en la aislación como en el tipo de madera”, asegura Olivetti.

Mayor resistencia y sustentabilidad

Un mito que suele rondar las construcciones de madera es que son menos resistentes al fuego. Sin embargo, los expertos señalan que las afirmaciones sobre que las casa prefabricadas de madera se incendian y arden mucho más rápido se basan sobre todo en historias del pasado, cuando no se cumplía con ciertos requisitos de seguridad.

En la construcción de casas modernas, se utiliza madera con tratamiento ignífugo (químico contra el fuego), que alcanza la máxima clase de inflamabilidad para la madera, por lo que la probabilidad de incendio no difiere de la de otras construcciones. “A toda la estructura le damos dos manos de producto ignifugo que protege la madera, y además está sellada de forma tal que si llegara a haber un incendio, el fuego se carboniza y se ahoga”, precisa Olivetti.

En cuanto al mantenimiento y la vida útil, también existe una falsa creencia de que las casas de madera son poco duraderas, pero eso no es cierto. “Si mantenés bien el exterior, una casa puede durar 50 años sin problema. Hay que saberla proteger, y eso se logra con una mano de pintura cada 3 ó 5 años. En la Patagonia, por ejemplo, tenemos mucho salitre en la tierra, lo que hace que las construcciones de ladrillo tengan humedad y cada tanto se debe volver a revocar. Eso con la madera no sucede porque no absorbe la humedad del suelo”.

Y si tenemos en cuenta el viento, característico del sur argentino, “cuando se hacen los planos, se piensa en soluciones como anclar hierros en las esquinas para que la construcción soporte vientos de hasta 150km/h”.

Finalmente, en cuanto a la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente, la madera es el único material que captura carbono, incluso durante la construcción. Consumir madera es consumir el material más amigable con el medio ambiente.

Estas construcciones, además, implican menos gasto en calefacción y acondicionamiento, debido a la capacidad aislante de la madera, lo que se traduce en ahorro de energía a la hora de mantener una temperatura estable en el interior de la vivienda.

Viviendas sociales

Las casas de madera pueden ser una respuesta a la emergencia habitacional que vivimos en Argentina. Las insuficiencias estructurales de las viviendas, junto a las condiciones de hacinamiento representan una problemática social en nuestro país, que frente a los efectos de la pandemia, ha quedado aún más expuesta.

Para dar una respuesta a las distintas situaciones de emergencia habitacional, las casas de madera ofrecen una solución sustentable, económica y rápida.

Según Olivetti, “se pueden hacer casas de 40mt2 y se deja como para ampliar a futuro sin romper, solo incorporando paneles. Es una buena alternativa por todos los beneficios que ofrece esta construcción”.

Actualmente, las casas de madera representan el 15% de las viviendas que se están construyendo en diferentes barrios. Sin embargo, en Argentina la industria tiene un gran potencial para que esta tendencia crezca mucho más.

“Cada vez recibimos más consultas, las personas ven que es un producto muy noble, al conocer el sistema de construcción industrializada, se dan cuenta de que el resultado es muy bueno, y la relación costo/beneficio es superior”, indica el presidente de CAFEMA.

Las soluciones habitacionales hoy pueden tener una respuesta ambiental responsable y desde FAIMA acompañamos el cambio de paradigma.

FAIMA llama a trabajar en conjunto para reconstruir empleos, proyectos y pymes que se están consumiendo con el fuego

Es necesario y urgente un nuevo abordaje al drama de la sequía, los incendios forestales y el impacto del cambio climático en un sector que genera 100.000 empleos.

La Federación Argentina de la Industria de la Madera y Afines (FAIMA) -que aglutina a 28 cámaras que representan a todos los eslabones productivos de la madera-, desea hacer un llamado a la comunidad y a las autoridades nacionales y provinciales ante los devastadores incendios que afectan a Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, Entre Ríos y otras provincias.

Las pérdidas materiales se estiman ya en más de 50 millones de dólares hasta el momento y siguen subiendo día a día, con pronósticos climáticos que no auguran lluvias abundantes a la brevedad.

Pero, además de las pérdidas materiales, es imprescindible considerar el impacto de este desastre natural en la fuente de trabajo de la que dependen cientos de familias, empresas PyME y emprendimientos que viven de la actividad forestal y corren el riesgo de desaparecer.

La industria forestal emplea en forma directa y formalmente, a unas 100.000 personas y exporta alrededor de 700 millones de dólares anuales en toda la cadena productiva.

Solamente considerando la producción silvícola, los empleos son miles. En una forestación de 1.000 hectáreas de pinos o eucaliptus en Corrientes trabajan decenas de personas en las tareas de preparación del terreno (tractoristas, afines), trituración, eliminación de material residual, control de hormigas, malezas, plantación, reposición, aplicación de herbicidas, podas -se realizan 3 o 4- que se realizan en forma manual con tijera electrónica o serrucho de poda.

Muchos de sus dueños son pequeños o medianos productores que ven cómo se ha perdido su inversión de 20 o 30 años en una noche de fuego. Hoy, patrones y empleados están trabajando codo a codo con las precarias herramientas que tienen a mano en un intento desesperado por controlar el alcance de los daños. 

Con la misma urgencia, las familias necesitan ser reubicadas y la mayoría no cuenta con seguros contra incendios, cuyo costo es similar a las potenciales pérdidas por el fuego. 

La producción de resina, un subsector que da trabajo a miles de personas en forma directa e indirecta y genera divisas para el país, podría sufrir una caída del 50% en la producción con el riesgo de que desaparezcan industrias PyMe. Se perdieron ya millones de plantas con el consiguiente impacto en menos empleo y producción.

En estos momentos, es importante dejar de lado cualquier diferencia y empezar a trabajar en la reconstrucción del entramado productivo en un esfuerzo conjunto del Estado Nacional, provincias, municipios y el sector privado.


Necesitamos diseñar políticas públicas y mecanismos contra los incendios que permitan estar mejor preparados para otros eventos en el futuro, y que generen herramientas sostenibles en el tiempo, así como también contar con el financiamiento y los recursos necesarios para poder llevar adelante los planes de acción. 

El cambio climático llegó para quedarse y es tiempo de pensar en nuevas soluciones, incluyendo los alcances de las leyes que regulan la emergencia agropecuaria y que, tal como están redactadas, hoy en día no alcanzan a incluir a muchos damnificados por la sequía y los incendios.

 

Contacto de Prensa: 

Fiorella Lotti – 1130749531

Las pérdidas estimadas por los incendios ascienden a 3.850 billones de pesos

La Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), que aglutina a 28 cámaras que representan a todos los eslabones del sector forestal, señaló que parte de la responsabilidad por los incendios es por “políticas públicas erradas que urge cambiar”.
La Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), y las 28 Cámaras Empresarias que representa en todo el territorio nacional, estimó que las pérdidas por los incendios forestales que afectan a buena parte del país ya ascienden a 3.500 millones de pesos por cada 1000 hectáreas de bosques implantados.
Solamente en 2020 se quemaron en la Argentina 1.100.000 hectáreas de bosques, por lo tanto la estimación de FAIMA de pérdidas por incendios forestales asciende a 3.850 billones de pesos (millones de millones). Es más de 3 veces la recaudación de la AFIP de diciembre 2021.
Equivale a los recursos que el Gobierno Nacional coparticipó a las 24 jurisdicciones el año pasado. “Este desastre ambiental es en parte consecuencia de políticas públicas erradas, que hace tiempo vienen desfinanciando la ley de bosques”, apuntó Daniel Loutaif, Coordinador del departamento de Bosques Nativos de FAIMA.
Argentina cuenta con un millón trescientas mil hectáreas de bosques implantados y 55 millones de hectáreas de bosques nativos.
En los últimos años, el Estado Nacional viene desfinanciando las leyes destinadas a proteger los Bosques. Tal es así que los fondos destinados en el Presupuesto 2022, que no se llegó a sancionar, para la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, representa solo un 3% de lo que corresponde: apenas $ 22 pesos por hectárea de bosque.
“Debe haber una política de estado que trascienda los distintos gobiernos. No podemos continuar desfinanciando las leyes que regulan tanto los bosques nativos como los bosques implantados”, explicó Loutaif.
De acuerdo al Global Forest Watch, solo en el último mes (24/12/2021 al 24/01/2022) se registraron 7,849 alertas de incendios en Argentina. El 95% de los incendios forestales son producidos por intervenciones humanas, según el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF). Esas intervenciones abarcan desde preparación de áreas de pastoreo con fuego hasta
dejar fogatas o colillas de cigarrillo mal apagadas.
“Indudablemente que en los incendios forestales además existe un componente climático que contribuye a su propagación, pero es insoslayable mencionar lo errado de las distintas políticas públicas en el manejo del fuego”, agregó Loutaif.
Solo durante el 2020, se quemaron un millón cien mil hectáreas de bosques en nuestro país. Por ello es que desde la organización aseguran que “las políticas reactivas propuestas por el Gobierno son escasas e ineficientes. Debemos sentarnos juntos, sector público y privado, a trabajar incansablemente en la prevención, donde seamos capaces de provocar un cambio
cultural en la población para que todos cuidemos los bosques”.

Pérdidas estimadas por los incendios forestales
Para poder mensurar las pérdidas que este siniestro ocasiona, es necesario distinguir un incendio forestal de Bosque Implantados de uno en Bosque Nativo. El Bosque implantado tiene la particularidad de contar con una mayor cantidad de madera por hectárea (aproximadamente 350 M3) en época de corte final, es decir, a los 15 años de plantado.
Si cada M3 rinde en aserradero aproximadamente 200 pies cuadrados a un valor de $50 cada uno significa que:
● A valor de madera en rollo, una hectárea de Bosque Implantado representa $ 700.000 de valor. Si se queman 1.000 hectáreas, se pierden $ 700 MM.
● A valor de madera aserrada, una hectárea de Bosque Implantado representa $ 3.500.000. Si se queman 1.000 hectáreas son $3.500 MM.
En el caso de los Bosques nativos, son especies de crecimiento lento y de mucha menor densidad por hectárea. La cantidad de madera en diámetro de corte por hectárea de un bosque nativo en buenas condiciones puede llegar a 15 M3.
El precio de un metro cúbico de Cedro es de $ 30.000, mientras que el precio de un metro cúbico de Lapacho es de $ 25.000. Si cada M3 rinde en aserradero aproximadamente 200 pies cuadrados a un valor de $400 cada uno significa que:
● A valor de madera en rollo nativa una hectárea representa $ 450.000. Si se queman 1.000
hectáreas, se pierden $ 450 MM.
● Mientras que a valor de madera aserrada nativa 1.000 hectáreas son $ 1.200 MM.

Estos datos son estimados y varían de acuerdo a la calidad y diámetro de la madera.
Por otro lado, se sufren daños más difíciles de cuantificar, entre ellos: Biodiversidad, Servicios Ecosistémicos, Escorrentía del suelo, GEI, Impactos Ecológicos. “Se necesita de un trabajo en conjunto entre el gobierno, las empresas y la sociedad.
Necesitamos políticas públicas desde el estado, que generen herramientas sostenibles en el tiempo, y el financiamiento y los recursos necesarios para poder llevar adelante los planes de acción”, concluyó Loutaif.